El agua de las piscinas se encuentra constantemente sufriendo agresiones que van dañándola a mayor o menor velocidad. Estos daños se deben a las impurezas procedentes de:
- Los bañistas: Cremas solares, sudor, saliva, orín, bacterias, pelos…
- El entorno: Tierra, hierba, hojas, polvo…
En cada instalación predomina más un tipo de contaminación del agua o el otro. Por ejemplo en una piscina de una vivienda particular con poca afluencia de bañistas, lo habitual es que la mayor cantidad de impurezas vengan originadas por el entorno. Sin embargo en una piscina climatizada de una escuela de natación dónde cada día acuden a nadar cientos de personas la mayor carga de suciedad viene claramente provocada por los bañistas. Estos aspectos son fundamentales a la hora de elaborar un buen plan de tratamiento del agua. Los objetivos del tratamiento son:
- Evitar la proliferación de algas y bacterias
- Evitar los depósitos calcáreos
- Hacer que el agua sea más agradable para el baño
Cualquiera que sea la piscina, el agua debe:
- Ser agradable y sana
- Estar desinfectada
- Ser desinfectante
- Ser confortable
Una piscina mal tratada puede provocar irritaciones:
- De los ojos
- De la piel
- De los pies
En próximas entradas del blog iremos viendo consejos sobre como evitar los problemas más comunes en el tratamiento del agua de una piscina, y el modo correcto de tratarlas para disfrutar de ellas.